CAMBIAR PARA SEGUIR VENDIENDO.
Todo indica que una de las principales dificultades que tiene
hoy en día cualquier empresa o entidad es la de lograr una posición eficaz a la
hora de hacer llegar sus mensajes a los posibles consumidores, en un panorama caracterizado
por el “exceso de información”.
Un primer paso esencial a la hora de concebir la comunicación
corporativa actual debería ser el tener en cuenta el cambio de actitud del
consumidor potencial de esa información; una gran parte de la ciudadanía –especialmente
aquella menor de 40 años- consume información y entretenimiento de forma
activa; no se limita a recibir esos mensajes dentro de un “paquete” cerrado de
contenidos (prensa tradicional, radio o televisión).
Las empresas que quieran que sus mensajes formen parte de los
menús de estos nuevos consumidores activos deben ofrecer una serie de pluses que despierten el
interés de la ciudadanía hacia sus productos o mensajes.
Uno de esos recursos puede ser el reforzar los aspectos más
prácticos y útiles de esos mensajes (servicios, ofertas, etc.) o vincular esa
información que se quiere trasladar a contenidos ligados al entretenimiento
(humor, concursos, etc.)
Otra mejora esencial es que las empresas y entidades deben
ser capaces de vincular su imagen de marca con aquellos temas que conformen los
intereses más sensibles de los potenciales consumidores; música, ecología,
deporte, etc.
Por último, y quizás el cambio esencial, es que las empresas
y entidades que quieren jugar con eficacia en este panorama de comunicación,
tendrán también que aceptar, asumir y gestionar la opinión que los
ciudadanos tienen de ellas.
Se han acabado los
procesos comunicativos unidireccionales para dar paso a autopistas de dos o más
sentidos, propiciando la interacción entre el consumidor de información y la
entidad que la genera, así como las múltiples relaciones entre el conjunto de
los consumidores (foros, etc.). Esta es una materia sumamente delicada para la imagen de las empresas y debe ser manejada de forma activa y profesional.
Es por esta razón que la comunicación de las empresas y entidades
está en un periodo de transformación; ya
no sirven las acciones publicitarias y de venta de producto o gestión. Ahora
hay que comunicarse de forma plena y
completa con la ciudadanía y con unos potenciales consumidores que cuentan con una serie de nuevos recursos comunicativos que pueden influir de forma determinante en la imagen de las marcas.
En definitiva, hay que cambiar para seguir vendiendo.
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